Soy Angélica Fernández Loor y vivo en Bastión Popular al noroeste de Guayaquil. Tengo 3 hijos, el mayor tiene 21 años y esta en prisión, otro está recaído en las drogas y mi hija de 7.
Mi hijo Ángel David esta en prisión desde noviembre del 2017. Debe permanecer allá 2 años y medio, ya tiene la mayoría de la condena pagada. Mi hijo está preso porque en ese momento no teníamos el dinero que estaban pidiendo los policías para que lo puedan aflojar. Los policías querían 300 dólares, yo no tenia esa cantidad y se lo llevaron detenido.
Cuando lo sentenciaron, la abogada dijo que se acogiera al proceso abreviado y echarse la culpa para que le bajaran la sentencia. Nunca había tenido problemas con drogas, esta es la primera vez detenido.
Ángel esta muy mal, esta flaco y tiene miedo de tener TB y no lo sacan al Policlínico, ni nada. Hoy día metí un escrito al Director de la Cárcel para que lo hagan salir a un hospital para ver si tiene tuberculosis o no.
Lo que quiero es que mi hijo regrese a su casa vivo y que no me lo entreguen después en una caja. Vamos a marchas para ver si así nos escuchan y lo llevan a un hospital. Ayer me llamaron unos amigos de la celda para decirme que tuvieron que ayudarlo a bajar de su litera porque no se podía ni sentar, se había puesto malito y ardiendo en fiebre.
Mi hijo fue una sola vez al Policlínico donde le dieron dos paracetamol y de nuevo lo mandan al pabellón. No le ponen un suero, ni nada. Hoy que deje el escrito me dicen que si el amerita a ser sacado a un hospital se lo saca, si no, no.
Hemos pedido a los señores de la cárcel que reconozcan que ellos también son humanos, que cometieron errores pero ya los están pagando. No tienen razón en tratarlos así como unos animales.
Desde la vez que suspendieron las visitas lo encontré delgado. El día domingo nos toco visita y se quedó llorando de verse enfermo y tener que quedarse en esa situación. Yo como madre también salgo mal de ver a mi hijo así y tener que dejarlo en ese lugar, esperando alguna noticia de algún amigo.
Durante ese periodo de emergencia, él sólo estuvo encerrado en su celda, no le daban patio, no les daban agua. Si les daban el almuerzo no les daban la merienda. Cualquier problema que haya tenido anteriormente, durante ese periodo de aislamiento, se agravó. Todos metidos ahí, el vapor entre todos, todo se regaba. El virus estaba encerrado entre ellos.
Yo temo que mi hijo muera en prisión porque he visto tantos casos de familiares que sacan a sus hijos en caja. Normalmente el funcionario carcelario no comunica a los familiares estas cuestiones, ni cual es el estado del interno para que se preocupen.
Sabemos de las condiciones del enfermo porque asistimos a las visitas al mes. podemos estar pendiente de cómo sigue el enfermo, como se siente, pero hay que atenerse a las visitas, nada más.
Guayaquil, 8 de julio de 2019
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