Soy Juana León Sánchez, vivo en la Isla Trinitaria y me dedico a ser ama de casa.
Salud
El pasado 28 de octubre del 2017 mi hijo cayó preso. Entró a la Penitenciaria del Litoral y ahora está con una enfermedad que la llaman TB, que es tuberculosis. He mandado oficios al Director de la Penitenciaria pidiendo que saquen a mi hijo al hospital más cercano. Necesita hacerse exámenes y le realicen un diagnóstico del estado de su salud. Pero no tengo ayuda de ellos ni de nadie.
Antes podía visitarlo cuatro veces al mes. Eran dos visitas íntimas y podiamos visitarlo cuatro familiares pero a partir de los problemas solamente pueden visitar dos personas por preso y solo dos veces al mes.
Son siete u ocho presos por cada celda. Las celdas son cuartitos de cuatro por seis metros donde sólo están las rejas y una litera, sin ventanas y el baño no sirve. Los demás presos duermen en el piso. Hay dos chicos viviendo ahí que también tiene tuberculosis. Lo han llevado al dispensario pero solo dan unas inyecciones que dice mi hijo que son para el dolor y los mandan de regreso al pabellón. No dan ningún tratamiento para combatir la enfermedad. No trasladan a ningún lado a los que tienen tuberculosis. Mi hijo no es el único afectado, todos los que viven ahí en ese pabellón están demasiado flacos.
Mi hijo está sentenciado a tres años. Hay personas con diferentes delitos que son consumidoras, otras que están sentenciadas a veinticinco, treinta y dieciocho años. Pero no le puedo describir bien.
Hubo dos meses donde no se los pudo visitar. Luego me tocó visitarlo y me di cuenta de que estaba enfermo porque botaba sangre. Ahora, nadie puede pasar medicamentos a la penitenciaría. Si por lo menos nos dieran la oportunidad a los familiares de ingresar los medicamentos o dárselos a los guías para que lo hagan. Desde que hubo esa emergencia no les daban comida ni agua.
Contro en ingreso
Antes nos hacían bajar los pantalones y los interiores. Nos hacían agachar, subirnos la blusa y sacarnos el sostén. Nos tocaban todo para ver si llevábamos algo. Por todas las denuncias las cosas cambiaron pero hasta que comience de nuevo la corrupción con las autoridades. En unos meses más van a volver a tocarnos.
Hay perosnas de inglesias que van con faldas y los guías las hacen salir de las colas a cambiarse. Prefieren irse porque su religión no les permite llevar pantalón. Ahora hay otra regla que obligan a ir con blusas de manga larga y nada de ropa de color rojo ni amarillo ni celeste ni morado.
Si tuviera en frente a las autoridades de la cárcel diría que nos permitan como familiares cuidar de nuestros hijos, que nos ayuden no solo a nosotros si no a ellos que están padeciendo allá dentro. Que los lleven al doctor, al dispensario, a los hospitales. No se les pide mucho, se les está pidiendo es por la vida y salud de ellos.
Ver video de testimonio: https://bit.ly/2NX9C0S