Por motivos de persecución, ocurridos en Colombia, tuve que salir de Colombia y actualmente me encuentro en el Ecuador en calidad de solicitante de refugio. Me desempeño como vendedor ambulante de chocolates en los buses que salen del Terminal Terrestre de Guayaquil para mantener a mi madre y a mi padre que se encuentra enfermo.
El jueves 12 de enero del 2017 aproximadamente a las 13h00 en circunstancias en que me encontraba en el andén 112 del Terminal Terrestre esperando una unidad de la compañía Trasandina vi a un guardia del Terminal Terrestre que siempre me pide plata para dejarme trabajar, y lo esquivé y me metí al baño. Cuando estaba en las escaleras, sentí que me jalaron la camisa y el bolso que llevaba, yo le reclamé y él me dijo “que muy cabrero” y el otro guardia me pegó un puñete en la parte baja de la espalda.
Abajo estaba un “Vulcano” que son otros guardias pero que usan un uniforme azul, los otros los que me golpearon usan un uniforme color café y tienen un tolete. Entre los 3 me metieron en el ascensor, ahí estaba un funcionario del Terminal Terrestre de esos que usan terno, pero no hizo nada, a ese funcionario lo conocen como “La Morsa” y solo se reía de lo que me estaban haciendo. En el ascensor me empezaron a golpear los guardias de café, de ahí llegamos a la planta baja, yo me les solté y quería huir pero me volvieron a coger y me botaron los caramelos al suelo, y de ahí me llevaron para el “nido o la jaula” que es un lugar donde encierran a la gente.
Yo no quería que me encierren ahí, y entonces me golpearon con el tolete en el brazo, en la rodilla y en la canilla. Quienes me golpearon fueron los dos guardias de café más otro que se les había unido. Me encerraron en el “nido” que es en un sótano que queda atrás, allá me llevaron cargado contra mi voluntad. Ahí había un “Vulcano” el señor de terno del ascensor y algunos guardias de café. Me quitaron la gorra, y la camisa, y me tomaron foto. Como yo tengo un tatuaje en el cuerpo me dijeron que yo era pandillero Latin King. Me pidieron mis papeles, yo les dije que estaba en mi bolso que ellos tenían porque me lo habían quitado. A lo que buscaron vieron mi credencial de solicitante de refugio me dijeron “ah tu eres colombiano, estos colombianos solo vienen a vender droga”. Yo les respondí que si vendiera droga no estaría en los buses vendiendo chocolates.
Los guardias de café llamaron por radio y yo escuché que pedían que venga un metropolitano. Llegó a la media hora un Policía Metropolitano, los saludó y me dijo que para que el me devuelva la mercadería tenía que darle tres dólares. Yo no le respondí nada, me quedé callado. Luego llegó un agente de la Policía Nacional, pero no lo querían dejar entrar entonces yo lo llamé, le decía Mi sub mi sub estoy acá. El Policía entró y me pidió los papeles, yo le enseñé y les dijo a que me iba a llevar al UPC para retenerme. Yo me fui caminando con el Policía Nacional fuera de ahí y cuando estábamos afuera me preguntó si me habían pegado, a lo que yo le respondí que si. Él me soltó y me dijo, ya ándate Colombia. A lo que revisé mis cosas de los 14 dólares que cargaba solamente tenía 4, y tampoco estaba mi teléfono celular. También me habían roto mis audífonos, por lo que me fui nomas donde estaba mi mamá.
La denuncia formal por tortura y privación de libertad arbitraria en lugar no oficial fue presentada ante la Fiscalía Provincial del Guayas el 16 de enero de 2017.
El CDH anteriormente registró casos de torturas sufrida por comerciantes ambulantes y la existencia de calabozo usado por guardias privados y policía metropolitana en el Terminal Terrestre de Guayaquil.
Redordamos que el 20 de diciembre de 2013 el CDH recibió denuncia de un grupo de comerciantes ambulantes que trabajan en exteriores del Terminal Terrestre de Guayaquil que narra la persecución que sufren por parte del Jefe de Seguridad de la Fundación Terminal Terrestre acusándolos indiscriminadamente de ser parte de una banda de ladrones.
Ellos en ese entonces denunciaron que existe calabozos dentro del Terminal conocido como “consola de seguridad o nido” de 3 x 6 metros, sin baños ni ventanas. Las personas eran registradas en bitácoras, filmadas y permanecían encerradas hasta un día. Denunciaron que eran obligados a firmar “Actas de Compromiso” a no volver a trabajar en el lugar. El documento incluye fotografías del comerciante ambulante y la mercancía docomisada.
Guayaquil, 16 de enero de 2017